Un monolito translúcido de color lechoso aparece repentinamente en la Tierra de hace tres millones de años, cuando los primeros homínidos empezaban su largo viaje hacia la autoconsciencia, y les afecta de alguna forma profunda e indefinible. Otro monolito negro es encontrado en 1999 en la Luna. De una geometría perfecta, el artefacto, de evidente origen inteligente, rechaza todos los intentos humanos para acceder a sus secretos. De repente, envía una señal a Saturno. La nave Discovery, tripulada entre otros por David Bowman y Frank Poole, con el supercomputador HAL 9000 controlando todos los sistemas, es enviada a Saturno en una misión de exploración a fin de averiguar el destino de la señal.
El relato corto "El Centinela" se transformó y ganó complejidad. El observatorio lunar, que en el relato original tenía forma de pirámide, se convirtió en el famoso Monolito de Tycho (TMA-1), y se añadió otro Monolito, que visitaba la Tierra en épocas prehistóricas y daba un empujón evolutivo a la especie más prometedora del planeta hace cuatro millones de años.
De esta idea nació 2001: Una Odisea Espacial, una de las películas de ciencia ficción más notables de la historia (a pesar de que también cuenta con numerosos detractores) por su contenido filosófico, por su rigor científico y por sus efectos especiales (nunca vistos en la época de su estreno, previo a la llegada del hombre a la Luna, y que siguen conservando su solvencia incluso hoy en día)
La novela y el guion cinematográfico se desarrollaron en paralelo, influyéndose mutuamente, y, aunque en lo fundamental resultan consistentes, también contienen importantes diferencias. La más notable es que la misión Discovery, en la novela, se dirige a Saturno y a su satélite Jápeto, mientras que en la película se trata de Júpiter y su satélite Europa.
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