Después de un largo tratamiento, Ellen es dada de alta y regresa a Nueva York con su marido. Ha pasado dos años internada y no ha visto un teclado desde que sufrió la crisis nerviosa. Ahora quiere reanudar su carrera de concertista, y lo primero que busca al llegar a casa es su clavicordio. Sólo que está cerrado y no aparece la llave por ninguna parte... Ese, y la fría actitud de su marido, son los primeros detalles extraños que Ellen percibe a su alrededor. Nada, o muy poca cosa, comparado con la sinfonía de pesadilla que esta punto de desencadenarse en su vida.
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